domingo, 5 de julio de 2009

Algunas cuestiones sobre los desaparecidos

Introducción
Previo a encarar el desarrollo sobre el tema de los desaparecidos(1), cabe hacer una aclaración, que no por obvia deja de ser necesaria. El asesinato y posterior desaparición del cadáver de la víctima es un delito absolutamente repudiable, no sólo porque se trata de un asesinato, sino porque además priva a los familiares de la víctima del derecho a velar sus restos y a darle un entierro digno. El respeto que merecen quienes han sido víctimas de este tipo de delitos, no puede ni debe ser obstáculo para que la cuestión de los desaparecidos pueda ser analizada con el rigor científico que merece cualquier otro delito u hecho histórico en particular. Desde algún sector de la sociedad se pretende imponer que el tema de los desaparecidos debe ser un dogma irrefutable e incontrastable con la realidad, y que cualquier investigación que cuestione dicho dogma es una falta de respeto a quienes sufrieron este delito.
Cuando no se habla de acceder a la información, ni se habla de elaboración libre del pasado, sino que se habla de una verdad dogmática, es indudable que lo que se persigue es excluir como enemigos a los que piensan de otro modo. Son las propias lecciones de la historia las que enseñan que el Estado siempre ha sido, con pequeños matices, una fuente de información sesgada, cuando no de mentira, censura y mera propaganda. El recurso de apelar a una “verdad” absoluta e incontrastable, se ha traducido siempre en una exhortación a practicar la intolerancia(2). Cuando notamos que, sumado a esto, esta supuesta verdad dogmática es el justificativo último y absoluto del avasallamiento de todo tipo de límites, podemos inducir porqué es imprescindible que la misma no deba ni pueda ser cuestionada. El respeto que las víctimas merecen no debe hacer que la cuestión de los desaparecidos no pueda ser estudiada exhaustivamente, antes bien, para su mejor comprensión debería fomentarse su estudio como la de cualquier otro hecho histórico (tanto la cuestión de los desaparecidos en la década del ’70 en general, como cada caso de desaparición como delito en particular no dejan de ser un hecho histórico).

Los desaparecidos, ¿fueron 30.000?
La primer cuestión que se quiere imponer como dogma es que los desaparecidos indefectiblemente fueron 30 mil, y que quien quiera cuestionar esto es un negacionista. Ahora bien, cuando uno analiza los estudios que refutan esta tesis, se observa que aquéllos provienen de fuentes que difícilmente puedan ser calificados de negacionistas, sino mas bien todo lo contrario: Organismos Internacionales, ONG’s, grupos de DDHH, o incluso comisiones creadas a los fines de recabar información de las propias víctimas (Comisiones de la Verdad, CONADEP, etc.). Contrariamente, cuando uno busca las fuentes de la tan mentada cifra de los 30 mil desaparecidos, suele no citarse ninguna fuente documentada, o directamente se apela a la chicana de que, al ser la desaparición forzada un delito a todas luces condenable, no tiene importancia cuántos hayan sido los desaparecidos. La realidad es que ubicar en su correcta magnitud a cada fenómeno histórico no sólo es importante, sino que es imprescindible para poder comprenderlo.
Ahora bien, adentrándonos en los estudios realizados sobre el tema, vemos las cifras a las que se alude distan por mucho del ultrarepetido número de 30 mil desaparecidos. En su libro
“Montoneros, Soldados de Perón”, Richard Gillespie menciona que la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos tenía datos sobre 6000 personas desaparecidas, Amnistía Internacional sobre 4000, mientras que la OEA hablaba de 5000(3). El presidente Alfonsín dijo que los desaparecidos “apenas superan los 10.000”(4). El embajador argentino en Suiza, Roberto Bianca, declaró que se “aproximaban a los 10.000”(5) El Dr. Hilario Fernández Long, miembro de la CONADEP, familiar de ex integrantes de la guerrilla, acuñó la cifra de 8.426 desaparecidos (6), “El Cardenal Evaristo Arns, de San Pablo, informó a Su Santidad sobre 7.271 personas desaparecidas”(7), “El Senado en España sostiene que son 7.000”(8), El New York Times informa de “sólo 6000 en forma dudosa por falta de seriedad y credibilidad”(9), “La APDH declara que son 5.780”(10), “en el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en Ginebra, tras un cuidadoso examen, se señalaron sólo 1.377 casos”(11).
El grupo europeo de derechos humanos Fahrenheit, que se abocó el arduo trabajo de analizar el listado de la CONADEP, a efectos de ir corrigiendo los numerosos desaciertos y agregando además datos nuevos, arribó a la conclusión de que los desaparecidos ascienden a 6936 durante el gobierno militar y 770 durante el período en que gobernó el Partido Justicialista. Por su parte el CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales), organismo que preside el ex montonero Horacio Verbitsky(12) efectuó un estudio de actualidad(13) y arribó a la cifra de 3558 desaparecidos (de los cuales un importante número es anterior al gobierno militar). Cabe destacar que el CELS actualmente se presenta como parte querellante en muchos de los juicios seguidos contra integrantes de las FFAA, FFSS y penitenciarias por lo ocurrido en el período 1976-1983, por lo que no cabe tildarlo aliado al Proceso (antes bien, se encuentra en las antípodas ideológicas). Además, por si el lector no lo notó, el estudio realizado por dicho organismo arriba a la conclusión de que el número de desaparecidos fue casi
10 veces menor a la cifra que se pretende imponer, y que dicho organismo es presidido por un ex-montonero, lo que demuestra la falacia y el grado de tergiversación que contiene el mentado número de 30 mil.
El listado de la CONADEP
El libro
Nunca Más, en sus tres primeras ediciones, llevaba un anexo adjunto donde figuraban los 8961 supuestos desaparecidos (a partir de la 4ª edición, misteriosamente dicho anexo se retiró de la venta, presumiblemente a causa de las numerosas críticas recibidas). Al anexo ya desde el principio le cabe la duda razonable de sospechoso, tanto por falso o al menos por la falta de rigor de su elaboración, tal como veremos a continuación. Incluso el mismo director de la CONADEP, Ernesto Sábato, confesó: “La dificultad estriba en las muy escasas pruebas y en que la mayoría son solo testimonios”(14). Tal como lo reconoció el tribunal que en 1985 juzgó a las juntas de comandantes: “no debe extrañar entonces que la mayoría de quienes actuaron como órganos de prueba revistan la calidad de parientes, o de víctimas”, y agrega que dichos testimonios “en modo alguno revisten carácter de una prueba testimonial. (…) Por lo demás, bueno es destacar que el tribunal en ningún caso ha de darse por probado un hecho sobre la base exclusiva de prueba proveniente de la CONADEP”(15). De modo que dicho tribunal se autoimpuso la necesidad de no valorar como pruebas los resultados de la labor de la CONADEP, justamente por la falta de seriedad de esta investigación.
Más allá de las esto, aún si tomaramos como válidas a las denuncias como prueba absoluta de la desaparición una persona, caemos en otra problemática: buena parte de estas denuncias son totalmente insustanciales en sí mismas, ya que no sólo no aportan datos sobre la desaparición, sino que ni siquiera identifican mínimamente al supuesto desaparecido. Analizando los anexos del
Nunca Más(16), veremos que buena parte de los desaparecidos allí mencionados no se encuentran ni siquiera mencionados con nombre, apellido y número de documento. Para considerar a una persona como desaparecida, ¿no es necesario al menos saber quién es esa persona? Puede aceptarse que por las particularidades de la desaparición forzada de personas, no pueda exigirse la prueba perfectamente documentada de dicha desaparición, sino que pueda tomarse la denuncia de la desaparición con la identificación del desaparecido. Pero esto de ningún modo puede significar que no sólo no deba probarse la desaparición sino que tampoco deba identificarse mínimamente al supuesto desaparecido. Se supone que quien denuncia una desaparición debe saber quién desapareció, si no, ¿qué está denunciando? De todos modos, y para el improbable caso de que el denunciante no pudiera identificar al desaparecido (algo que de por sí no deja de generar dudas), la CONADEP tenía a su disposición la base de datos de todos los registros dependientes del gobierno (Registro Nacional de las Personas, y Registros Civil, de la Propiedad Inmueble, Automotor, entre otros, de todas las provincias y municipios dependientes de aquél). De modo que si el denunciante no podía aportar los datos mínimos, podrìa aportar losa datos que tuviera (se supone que tiene algún dato si va a hacer una denuncia), y la CONADEP facilmente podía completar esos datos completando el nombre o agregando el número de documento de la persona, ya que tenía facultad de pedir informes a cualquiera de esos organismos a los fines de identificar a la persona que el denunciante no supo identificar correctamente. Aparece como muy llamativo que nada de esto se haya siquiera intentado, y que tal cantidad de personas no identificadas sean consideradas sin más como desaparecidas, y contabilizadas a tales efectos.
En su libro
La Mentira Oficial, el escritor Nicolás Márquez (17) realiza un análisis pormenorizado del anexo del Nunca Más. En dicho análisis menciona diversos casos por demás llamativos: por ejemplo, el primer desaparecido de este listado no tiene especificación de apellido ni de sexo ni de fecha de presunta desaparición ni identificación de lugar, ni ningún otro dato, sino que simplemente lleva por nombre Pato (número de lehgajo 10.544). Desconocemos si Pato era un nombre de guerra, si era el apodo de un tal Patricio, o de una tal Patricia. ¿Tan descuidado ha sido el familiar que efectuó la denuncia?, ¿Tan descuidado fue el funcionario que tomo la denuncia, al omitir un dato más preciso? El desaparecido subsiguiente (número 2 del listado) el único dato identificatorio, es su nombre de pila, se llama Patricia, no hay mas datos de nada. ¿Esta Patricia tendrá algo que vercon el/la Pato del primer caso? No sabemos, ni tenemos ningún elemento que nos permita zanjar esta duda inicial. No será la primera ni la última, de todos modos. Prosiguiendo en el análisis de la página inicial, encontramos que ésta tiene anotado a un/a tal Araujo (sin nombre de pila, ni ningún otro dato), proseguimos un/a Balbuena, con un/a tal Betaldi (todos sin datos adjuntos), y seguidamente encontramos a un/a Tota Carmiglia. En resumen, solo 2 de los 19 desaparecidos de la primer pagina traen consigo, numero de DNI o LE. En la pagina 2, encontramos otros 19 desaparecidos y también solo 2 de ellos con numero de DNI o LE. En los 17 restantes solo hayamos sobrenombres o apodos sin ninguna otra reseña. Y así nos topamos con la Sra. Guevara, un/a tal Gomez, un/a tal Lencina, un/a tal Kalzgudemian, un/a Kuki Leone, una Sra. De Lobo y otros nombres sin referencias. En la carilla 3, ni uno solo de los 19 desaparecidos aparece con su respectivo número de DNI o LE. En la página 4, nos encontramos con una desaparecida que se llama Sra. De Vergara 1, inmediatamente abajo en la nómina tenemos a Sra. De Vergara 2. Ni un solo dato más de las Vergara. No sabemos si eran dos señoras que eran parientes entre sí, si es la misma persona denunciada dos veces, si el título de Sra. viene por su vínculo nupcial con algún Sr. Vergara, en fin. En la página 137, por citar otro ejemplo, nos encontramos con el desaparecido Díaz, también sin nombre, DNI, lugar ni fecha de desaparición. En la pagina 137, también encontramos a Fernández, en la página 185 tenemos a dos personas de las que lo único que sabemos es el apellido: ambos se apellidan García. Todos apellidos muy poco comunes, como apreciará el lector. Pareciera que para los investigadores del la CONADEP, los apellidos Gómez, Fernandez o García son tan infrecuentes como para tener el valor por sí solos de identificar a una persona. Siguiendo con el análisis de los anexos, en la página 427 encontramos 3 desaparecidos (números de legajo 10.529,10.626 y 10.615) que responden al extravagante nombre de Sin Información. Aquí ya ni siquiera pueden surgirnos dudas, ya que no tenemos ningún datos que nos permita dudar de algo. Así prosigue la lista, sumando incongruencias, repeticiones y datos inconsistentes.
Por otra parte, siguiendo el análisis de los anexos, especial atención merece la cuestión de que buena parte de los supuestos desaparecidos sean identificados por medio de los llamados nombres de guerra o alias(18). De hecho, vale preguntarse ¿qué es un nombre de guerra? Es precisamente la denomincaciòn elegida por quien forma parte de una organización, para ocultar su identidad. De modo que es un contrasentido pretender identificar a alguien justamente por el nombre que eligió para esconder su identidad, que de ninguna manera lo identifica, ya que es una creación del propio autor para que NO se lo pueda identificar. Esto sin considerar el hecho de que los integrantes de las organizaciones guerrilleras solían tener varios nombres de guerra(19), que se iban intercambiando con el paso del tiempo, justamente para lograr de mejor manera esconder su identidad. Tomando como válido el nombre de guerra para identificar a alguien, esa persona podría ser contabilizado como desaparecido varias veces, primero por su nombre real, y luego por todos y cada uno de sus alias(20). Esto es inaceptable no sólo por la falta de seriedad y rigor científico que evidencia, sino también porque permite que, al ser los nombres de guerra invenciones no documentadas, se pueda inventar desaparecidos con solo inventar nombres de guerra. Saque el lector sus propias conclusiones.
Advirtiendo que los anexos del
Nunca Más contenían numerosos errores, con la reedición del año 2006 se pulieron algunos de ellos, reduciendo drásticamente el número de desaparecidos, conteniendo el listado 537 desaparecidos menos que la edición original (en la edición original el número total era de 8962, y en la reedición pasa a ser de 8425 personas)(21). Sin perjuicio de ello, en el nuevo listado obrante en Internet siguen apareciendo un grueso número de apodos, alias y indocumentados, y la lista de desaparecidos con datos aceptables, es decir con nombre completo y DNI o LE, es de 4905 personas (el 59% del total, el 41% restante no contiene datos identificatorios mínimos).
Además, cabe destacar que en la edición de 2006 no sólo se corrigió la lista de desaparecidos, sino que se incluyó un pre-prólogo, refutando parcialmente el prólogo incluido por la CONADEP en su edición original, y realizando una tan previsible como descarada propaganda de la política de DDHH del gobierno kirchnerista.
Los desaparecidos-aparecidos
En el año 1985, cuando un poderoso terremoto sacudió el DF de México y las autoridades diplomáticas comunicaron los datos de argentinos residentes en el país Azteca (nómina publicada el 22/09/85) resultó que dentro de esta lista “apareció” la formidable cifra de 130 argentinos q residían en México y que en la nomina de la CONADEP aparecían como desaparecidos(22). Vale hacer dos aclaraciones al respecto: la primera, no puede dejar de llamar la atención la cantidad de desaparecidos-aparecidos en una sola ciudad extranjera. Y, por otra parte, cabe destacar: siendo que la Embajada Argentina en México tenía conocimiento de los argentinos que residían en aquél país, y teniendo en cuenta que es una ciudad que supo ser refugio de integrantes de la guerrilla de toda Latinoamérica, ¿no se tomó el trabajo la CONADEP de solicitar un informe a dicha embajada a los efectos evitar casos de falsas desapariciones como en este caso? El hecho de que ciudades como el DF Mexicano, Managua, Paris o Barcelona eran refugio de los guerrilleros exiliados era un hecho ampliamente conocido, de modo que si se hubiesen tomado medidas como aquéllas seguramente se hubiese dado a la investigación de la CONADEP el rigor científico del que actualmente carece a causa de las sucesivas apariciones de desaparecidos, y hubiese contribuido a ubicar en su real magnitud al fenómeno.
Otro casos paradigmáticos son el de Carmen Argibay, actual Ministra de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, quien al momento de que se realizara el informe de la CONADEP se encontraba desempeñándose como Juez a cargo del Juzgado Nacional de 1º Instancia en lo Criminal de Sentencia, Letra “Q” de la Capital Federal, nombrada justamente por el gobierno de Alfonsín, y luego ascendida a Juez de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal(23) durante el mismo gobierno. Llamativo es que la CONADEP no se haya tomado el trabajo de chequear entre los jueces nombrados por el propio gobierno antes de considerar a alguien como desaparecido. También merece especial mención el caso de Esteban Righi, ex ministro del interior durante el gobierno de Cámpora, y luego Procurador General de la Nación en el gobierno de Kirchner, que aparece también como desaparecido en la pag. 382 del anexo del Nunca Más, a pesar de no estarlo y de haber tenido una intensa actividad académica, siendo profesor adjunto de Derecho Penal y Procesal Penal de la UBA, publicando varios libros y dictando conferencias durante el gobierno de Alfonsín(24). Sorprende que la CONADEP tampoco haya notado todo esto, y haya considerado de todos modos que Righi también se encontraba desaparecido.
Otro casos menos conocidos pero no por ellos menos destacables, son el de Ana Maria Testa, acusadora del marino Ricardo Cavallo en España, quien figura como desaparecida en la página 445 del anexo del
Nunca Más, pero no sólo eso, sino que además figura como desaparecida dos veces (primero con el número de legajo 09234, y luego con el número 06561); o el caso de Ida Luz Suárez desaparecida (bajo el número de legajo 4976), quien, según surge del informe de la CONADEP, se encuentra desaparecida y no hay testimonio de su paso por ningún CCD. Sin embargo, felizmente no se encuentra desaparecida, ya que fue ofrecida como testigo por la querella en la causa del RI9 que se está llevando a cabo en la Ciudad de Corrientes(25). Otro caso reciente es el del ciudadano de origen boliviano Nils Alfredo Cazon Coria, quien se presentó ante el juez Carlos Skidelsky en la provincia del Chaco para recuperar su identidad y ponerse en contacto con su familia argentina, quienes lo daban por muerto ya que figura como desaparecido en el listado de la CONADEP, a pesar de no estarlo(26).
El investigador Emilio Ugolini realizó una estudio analizando el anexo del
Nunca Más(27), y descubrió muchos casos de personajes menos conocidos que figuraban erróneamente como desaparecidos, como los casos de Miguel Luletta (página 247 del anexo), la agente de inteligencia montonera Silvia Tolchisky (pág. 447), Guido Puletti (pág. 366), Alicia D’Ambra (pág. 124), Adriana Chamorro (pág. 102), Caros G. Lordkipanidse (pág. 263) Jorge Osvaldo Paladino (pág. 334), Rubén Sampini (pág. 408) Carmelo Vinci (pág. 473), de Eduardo Kurt Fuentes (pág. 242) Rafael Daniel Najmanonovick (legajo número 3565), Alfredo Humberto Meade (pág. 288 del anexo), entre muchos otros forman el listados de desaparecidos que afortunadamente no lo están.
Conclusión
Como corolario del presente trabajo quiero citar dos reflexiones de Daniel R. Pastor, quien dice que
“en una sociedad no paternalista tiendo a creer que sólo la conciencia individual puede efectuar juicios acerca del pasado. Recordar u olvidar –dicho con más propiedad, tratar de recordar o tratar de olvidar- es privativo de las personas y en una sociedad abierta no hay lugar para versiones oficiales de la historia. De nada sirve que decidan recordar u olvidar en nombre de la comunidad unos funcionarios, los historiadores, los periodistas o los encargados de los archivos; estos especialistas de la memoria actúan con filtros que, por motivaciones ajenas al destinatario, amplían o retacean la información, la magnifican o la censuran. (…) Resulta decisivo también, hablar de derecho a la información y abandonar la expresión “verdad”, dado que ésta, sobre todo por su naturaleza mitológica, siempre que se la invoca, como en el caso de otros valores tan elevados e indiscutibles (justicia, igualdad, etc), se quiere encubrir con su autoridad un seguro abuso de los que se hace en su nombre.”(28)

(1) Vale la aclaración de que el término se suele aplicar indistintamente tanto para aquellas personas que fueron detenidas y nunca aparecieron (presumiblemente fueron ejecutadas), como también a quienes estuvieron detenidos por algún tiempo pero luego recobraron la libertad. Es decir, erróneamente suele aplicarse el mismo término a aquellos están desaparecidos, como a aquellos que recobraron la libertad luego de haber estado detenidos, y por lo tanto NO están desaparecidos.
(2) Pastor, Daniel R. (Director), Neopunitivismo y Neoinquisicion, Ed. Ad Hoc, pag. 414
(3) Gillespie, Richard, Montoneros, Soldados de Perón , Buenos Aires, Editorial Grijalbo, 1988, pag. 304.
(4) Clarín, Argentina, 23 de Enero de 1984.
(5) Clarín, Argentina, 22 de Febrero de 1984.
(6) Crónica, Argentina, 27 de Marzo de 1984.
(7) Clarín,. Argentina, 18 de Enero de 1984.
(8) Tiempo Argentino, Argentina, 1 de Junio de 1983.
(9) Tiempo Argentino, Argentina, 28 de Febrero de 1984.
(10) Crónica, Argentina, 7 de Mayo de 1983.
(11) Clarín, Argentina, 15 de Febrero de 1983.
(12) Actuando indistintamente bajo los nombres de guerra "Perro", "Santillán", "Alberto",”Roberto”, “Jorge”, "Negro", entre otros. Para mas información sobre la militancia de Horacio Verbitsky en la década del ’70, puede consultarse http://www.seprin.com/menu/verbitsky/elcadete_verbitsky.htm
(13) El mencionado estudio realizado por el CELS se puede consultar por Internet en el sitio http://www.yendor.com/vanished/vanished/cels-list.html
(14) Tiempo Militar, Argentina, 21 de Febrero de 1984.
(15) La Sentencia, Causa 13/84, Imprenta del Congreso de la Nación, 1987, Pagina 1561. La sentencia completa puede ser consultada vía Web en http://www.derechos.org/nizkor/arg/causa13/
(16) Un listado basado en el de la CONADEP, aunque corregido, puede consultarse en http://www.desaparecidos.org/GrupoF/des/noliberados.html
(17) Quien también realiza un análisis del tema en “La Otra Parte de la Verdad”, Edición del autor, 2004, Págs. 138 y ss.
(18) Este recurso ha sido utilizado por organizaciones del más diverso tipo y en todos los tiempos. En la década del ’70 las organizaciones guerrilleras utilizaban este recurso para ocultar la identidad de sus miembros, y así preservarlos. También se ha mencionado que muchos de los integrantes de las FFAA y FFSS del proceso 1976-1983 utilizaron el mismo recurso para los mismos fines.
(19) Véase nota nº 12. Pueden citarse otros ejemplos como el de Sara Osatinsky (alias Kika, Lita, Jenny, Marie, etc.), Rodolfo Walsh (alias Esteban, Profesor Neuros, etc.), Carlos Kunkel (alias Marcos, El Comandante, etc.) Rodolfo Vittar (alias Humberto, Turco, Pablo, Rody, etc.), Eduardo L. Duhalde (alias Cogote, Damián, etc.) entre muchísimos otros.
(20) Para ver el listado completo de desaparecidos cuya única identificación es un alias o nombre de guerra, puede consultarse: http://www.desaparecidos.org/GrupoF/des/alias.html
(21) La nueva nomina completa puede verse en www.desaparecidos.org/arg/conadep/lista-revisada/
(22) El listado extendido de desaparecidos-aparecidos puede consultarse en http://www.seprin.com/portal2/notas/los_aparecidos.htm
(23) El CV que contiene estos datos puede consultarse en: http://www.csjn.gov.ar/autoridades.html
(24) El CV completo de Esteban Righi puede consultarse la Web del Ministerio Publico Fiscal: https://www.mpf.gov.ar/Institucional/Autoridades/CVS/CVERighi.pdf
(25) Al respecto ver nota en http://www.momarandu.com/amanoticias.php?a=7&b=0&c=33501, y legajo Nº <9022> en: http://www.desaparecidos.org/GrupoF/des/s.html
(26) Articulo aparecido en “La Voz del Chaco”, puede chequearse en http://www.taringa.net/posts/info/1831927/Desaparecidos-por-el-Mundo-(vol-2).html
(27) Ver nota nº 22 para consultar los resultados de dicha investigación
(28) Pastor, Daniel R, ob.cit., Págs. 422 y 427

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